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Tú eres la tierra
a la que yo siempre
desearé regresar
mientras esté en el mundo
y sepa que tú existes.
Escribimos para preservar instantes, para consignar los hechos relevantes (e irrelevantes) de nuestros días. Escribimos para retratarnos en un papel en blanco y depositar en él las sombras de nuestras noches. Escribimos -acaso- para tratar de entender “por qué la vida quiere vida siempre”. Y es de ese deseo de permanencia unamuniano, de esa tensión vital por celebrar el presente y el pasado de donde nace esta obra.
Poemas celebratorios y melancólicos a la vez que tratan de los instantes cotidianos que merece la pena conservar en la memoria: la alegría de contemplar el mar, la eternidad de un beso, la memoria de la amistad. Pero también de cosas terribles: la evanescencia inevitable del amor, la perspectiva dolorosa del adiós de los seres queridos, el paso irremisible de los años y el ingreso en la madurez. Sin tremendismo sino asumiendo la realidad, o al menos intentándolo, y con voluntad de acercarse a los demás.
Fondo de armario surge con una clara voluntad antirretórica, con un lenguaje directo y preciso, que hace de esta poesía una lectura cercana y accesible pero con un lenguaje poético rico en evocaciones .