El cliente 512

En “EL CLIENTE 512”, Miguel Ángel Luque Sánchez nos arrastra a una distopía donde la conciencia es el último acto de rebeldía. Carles, el protagonista, no lucha con armas, sino con preguntas. Su despertar es lento, doloroso, y profundamente humano. La novela no solo desafía la lógica, sino también nuestra percepción de lo real. Con ecos de Philip K. Dick y una atmósfera que recuerda a Orwell, Luque Sánchez construye un mundo donde la verdad es un virus que el sistema quiere erradicar. Una lectura que no se olvida fácilmente, porque nos obliga a mirar hacia dentro.SINOPSISEn una sociedad donde la libertad ha sido enterrada bajo el peso de un régimen autoritario, Carles despierta cada mañana con el mismo sudor frío, arrastrado desde un sueño ardiente en el que una aurora boreal se convierte en una enorme manta de fuego que consume su cuerpo. Ese sueño, que parece advertirle algo más profundo, marca el inicio de una grieta en su aparente realidad. Atrapado en una rutina asfixiante, Carles comienza a oír una voz en su cabeza, tan real como perturbadora. Esta presencia le empuja a cuestionar lo que siempre ha dado por sentado, abriéndole los ojos a un mundo disfrazado, manipulado y cuidadosamente diseñado para mantenerlo dormido. Lo que sigue es un descenso hacia lo desconocido: fenómenos imposibles, situaciones surrealistas y una cuenta atrás hacia la extinción de todo, incluida su propia existencia, porque en este universo, donde la lógica se retuerce y lo real se desdibuja, la verdad puede ser el mayor de los delirios.PRÓLOGOTodos damos por sentado que nuestra realidad es genuina. Sin embargo, ¿qué pasaría si te dieras cuenta de que vives en un engaño tan real y aplastante, manejado como si fueras un simple personaje en un vulgar y cruel videojuego? Una falsa realidad donde el odio te consume cada día un poco más. Siempre que intentas preguntarte si esto que estás viviendo es real, cuando empiezas a discrepar, surgen las dudas y las críticas. Te tachan de loco, porque hay personas que no pueden ver más allá de su círculo de confort. Sin embargo, ese supuesto espacio de seguridad suele ser una jaula imaginaria que, día a día, va apagándote la vida hasta que te desgastas y dejas de existir. Siempre hay que dar un paso más allá, intentar averiguar el significado de la propia existencia, porque solo así puede alcanzarse la verdad. Esa misma verdad que el sistema quiere ocultarte, ya que, de esa forma, serás más dócil y manipulable, en un mundo que ni siquiera llegas a comprender.